Elección de rutas basadas en consumo de energía para el despliegue inicial de buses y su potencial de escalamiento San José, Costa Rica

El sector de transporte, especialmente el terrestre y su relación con las ciudades, tiene impactos positivos como negativos sobre la calidad de vida de las personas. Gestionado de una manera correcta puede aportar enormes beneficios económicos y sociales, sin embargo, actualmente es responsable por muchas externalidades negativas que afectan seriamente a las personas y las ciudades. Entre estos impactos se encuentran la emisión de gases que afectan a la salud, de gases de efecto invernadero y que el sector es uno de los grandes consumidores de energía, casi en su totalidad de origen fósil.
En términos de salud, la Organización Mundial de la Salud indica que 9 de cada 10 personas respira aire contaminado (OMS, 2018). Además, alrededor de 7 millones de personas mueren anualmente por la mala calidad del aire, de los cuales 4.2 millones de personas se estiman que son por problemas en la calidad de aire en exteriores. Es en este aspecto donde el transporte tiene un fuerte rol, en especial los vehículos pesados como autobuses y los de carga. Los gases de escape de los vehículos diésel están declarados como cancerígenos probados por la Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, 2012) desde el 2012. Entre estos gases de escape se encuentran los óxidos de nitrógeno y otros contaminantes como el material particulado fino (PM2.5), que puede alcanzar los alvéolos y entrar al torrente sanguíneo, y el carbono negro, un componente del hollín. Este último tiene impactos negativos tanto en calidad de aire como agravante de la crisis climática como uno de los contaminantes de vida corta más importantes.
En cuanto a gases de efecto invernadero, el sector de transporte es responsable del 14% de las emisiones mundiales. Dentro del sector energético, que también considera la producción de electricidad, su participación representa un 23% (SLOCAT, 2019). La amplia dependencia de los combustibles fósiles en el sector transporte, presenta un potencial importante para reducir la dependencia de recursos energéticos externos, y sustituirlos por recursos producidos nacional o localmente, como la electricidad. Esta oportunidad es especialmente relevante para la región latinoamericana y aún más ventajosa para el caso de Costa Rica, cuya electricidad se produce casi en su totalidad con fuentes de energía renovables.
Al tomar en cuenta estas tres vertientes de impactos negativos que tiene el sector de transporte sobre el desarrollo económico, social y ambiental en un país es que surge la movilidad eléctrica como una oportunidad. La movilidad eléctrica eliminaría las emisiones de contaminantes locales en las ciudades, como material particulado, óxidos de nitrógeno y óxidos de azufre y carbono negro, aunado a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Para complementar, la electrificación del transporte diversificaría la matriz energética de los países y reduciría la dependencia del consumo de hidrocarburos y así proporcionaría mayor seguridad energética.